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“La poesía es una forma de no estar solo”: Diego Granda

 

Diego Granda es un poeta y escritor payanés, autor de la novela Cielo para pájaros en llamas (2016), y otros poemarios que circulan por las manos de aficionados  de este género. A través de la obsesión, la disciplina y la cercanía con su grupo de amigos, Granda habla sobre lo que significa la escritura para él. 

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Por: Ariana Pismag

 

Muchas de las pasiones se desarrollan desde que somos niños; están aquellos que sueñan con ser astronautas desde que tienen memoria, los que quieren ayudar a los animales y desean estudiar veterinaria, aquellos que pasan sus días imaginando presentarse en grandes escenarios mientras cantan y bailan. Sin duda, hay ciertas etapas de la vida que desarrollan nuestras ambiciones y construyen lo que será nuestro futuro a partir de circunstancias que pavimentan este camino.

 

El colegio se convierte entonces en un lugar en donde se edifica parte de lo que es nuestra personalidad, es un lugar en donde muchos tienen su primer contacto con el amor, la amistad, la academia y ciertas actividades que se podrían llegar a convertir en pasiones. Así fue para el escritor payanés Diego Granda (1993), quien expresa cómo su pasión por la escritura nace desde la lectura en su etapa colegial: “era muy malo en otras áreas, como las ciencias exactas, y comencé a leer”, dice el poeta. Estudió en la Institución Educativa Técnico Industrial de Popayán en donde empezó a leer y releer libros clásicos que van desde los cuentos de Edgar Allan Poe, El proceso (1925) de Franz Kafka, hasta las historias de la calle de Andrés Caicedo, “el parche” de los dadaístas y toda la poesía del siglo XIX. 

 

Los autores clásicos, o como diría Granda “escritores que le gustaban a cualquier adolescente” fueron los responsables de construir el estilo de este poeta, sin embargo, fue durante el resto del camino de la adolescencia y adultez temprana que su estilo de escritura se estableció, teniendo como principales referentes a sus amigos: “mi forma de escribir tiene mucho que ver con la conexión que tuve con la gente de mi mismo parche, de mí misma generación y que también escribían”.

 

Diego Granda estudió una licenciatura en Literatura y Lengua Castellana en la Universidad del Cauca, y fue en este proceso académico que, en compañía de un grupo de chicos que compartían intereses por la escritura, empezaron a realizar talleres literarios como un ejercicio de lectura, reescritura y publicación de sus propios textos.

“Éramos un parche literario que se llamó La Silla Renca”, dice el poeta refiriéndose a este proyecto, “no éramos más que una pandillita de la poesía”.

 

Durante la realización de este ejercicio que pretendía encontrar conexión y así mismo más comprensión de la escritura, fue que los integrantes de La Silla Renca desarrollaron un estilo que Granda define como “arrenquero”, pero que está definido por la interacción que todo el grupo tenía entre sí.

 

“La Silla Renca, como lo dijo otro compañero que hace parte de este proyecto, no es más que el nombre que le damos a nuestro parche de amigos, una suerte de barra brava de la poesía”, menciona el escritor. Lo que comenzó como un ejercicio de lectura y publicación se fue estableciendo hasta convertirse en un sello editorial que permitiría hacer un cambalache con escritores de la periferia de Colombia que también escribían pero que no tenían la oportunidad de publicar sus obras, pues, como lo menciona el autor, este es uno de los grandes obstáculos  a los que se enfrentan los escritores en el país. 

 

Como proceso de escritura, Diego Granda habla de la obsesión como un elemento que visible en la producción de sus textos, desde aquellos que escribe rápidamente en las notas de su teléfono celular, hasta la misma publicación de su primera novela Cielo para pájaros en llamas (2016), la cual escribió en un mes  a la edad de 20 años al obsesionarse con la idea y dejando de asistir a ciertos eventos con tal de saciar su sed de escribir. “Me pongo a escribir obsesionado, casi sin talento, pero a veces la obsesión vence el talento”, dice Granda mientras menciona los bloqueos creativos como algo que solo el artista puede vencer obligándose a escribir: “no me gusta la idea de la inspiración, de que algo del exterior te mueva y te impulse a escribir. De alguna manera tiene que ver con obligarse a escribir también un poco”.  

 

El poeta habla de la interpretación de los textos como algo inevitable, pues la relectura de ciertas obras hace que podamos entender cosas que en su momento no fuimos capaces de captar; “ahora la leo como la novela que escribí cuando era más joven. En la actualidad no me siento identificado con esos procesos de escritura”, dice el autor de Cielo para pájaros en llamas (2016) al hablar de esta obra, pues comenta que, a pesar de haber sido algo satisfactorio de hacer, la producción de este texto también estuvo marcado por las alucinaciones que le producía el consumo de ciertas sustancias en aquel entonces. 

 

Desde que se graduó de la universidad Diego Granda se ha desempeñado como profesor de literatura, una actividad que le permite estar relacionado con las letras y los libros, pues, como lo menciona, “la escritura es una especie de exorcismo”, algo que lo mantiene cuerdo y que realiza siempre, ya como una especie de rutina; “yo me la paso escribiendo pero hace rato que dejé el interés de publicar las cosas”. 

 

El último trabajo del escritor payanés, El sueño cromático, es un poema de larga extensión en donde habla de los colores del departamento del Cauca explicados desde la voz del protagonista a su hermano que sufre de discapacidad visual. Junto con los poemas escribe cuentos, historias, o lo que se encuentre en la calle como una manera de distraerse y pasar sus días: “algunos escriben por fama, yo escribo para tener de qué hablar y con quien hablar”.

Diego Granda, poeta payanés.
"Cielo para pájaros en llamas" (2016), novela de Diego Granda
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